6. Objetivos y programas

6.1 Metodología y estructura del Plan

El Plan META es un documento estratégico para el futuro de la actividad turística andaluza y requiere de un proceso interno de elaboración exhaustivo y completo, de manera que se convierta en un elemento clave que ayude a la toma de decisiones en el futuro, convirtiendo a Andalucía en el mejor destino posible.

El Plan nace de un profundo análisis, en el que ha tenido cabida un análisis económico global acompañado de un estudio de oferta y de demanda turística. En estos bloques se han analizado el marco territorial y aspectos claves de la oferta andaluza. En el análisis de demanda se han identificado a los principales mercados emisores y sus características principales. Asimismo, también se han analizado otros aspectos como la competitividad, las tendencias del mercado y los comportamientos de los consumidores.

La coyuntura sanitaria, económica y turística derivada de la pandemia ha motivado la realización de un análisis con un enfoque táctico a corto plazo, encaminado a hacer frente a los problemas generados por el COVID-19. No obstante, además de este enfoque táctico centrado en el año 2021 o incluso 2022, se ha realizado un importante esfuerzo planificador a largo plazo, encaminado a marcar las pautas a seguir una vez mitigados los efectos de la pandemia.

El diagnóstico se ha validado y completado a través del proceso participativo seguido con el sector turístico andaluz y la ciudadanía, y a partir de él se continúa con la fase propositiva.

Dicha fase comienza con la determinación de la finalidad del plan, siendo esta la meta última del documento. Bajo dicha finalidad del plan se encuentra al propio objeto del mismo, en el cual se indican los principales conceptos clave que guían el plan.

Dependiendo de dicho objeto, y basados en los problemas necesidades y retos identificados en el diagnóstico, se identifican los principales objetivos del mismo, los cuales deben ser de indispensable consecución para alcanzar el éxito del plan.

La coyuntura sanitaria, económica y turística derivada de la pandemia ha motivado la realización de un análisis con un enfoque táctico a corto plazo.

Dada la amplitud y complejidad conceptual de las variables a manejar en la planificación turística, encontramos una primera definición de objetivos, denominados en el documento objetivos superiores, que, con una definición extensa e integradora, atienden a los principales aspectos de la actividad turística, como son los que atañen a la sostenibilidad, la calidad y la excelencia, la estacionalidad, la competitividad, el modelo de gestión, entre otros. Sin embargo, estos objetivos así definidos no resultan cuantificables ni medibles, por lo que precisan de una labor de concreción que los aproxime en lo posible a las características de los objetivos SMART (específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporalizados). Se determinan así los objetivos estratégicos, acompañados de una serie de indicadores, que contribuirán a la medición de su cumplimiento. Se ha buscado la correspondencia entre objetivos superiores y estratégicos, siendo ésta de carácter múltiple, de forma que un objetivo superior puede descansar en uno o varios de los objetivos estratégicos, precisamente por la amplitud de su definición. Como caso especial, el objetivo superior centrado en la coordinación interadministrativa (OS04) está vinculado con todos los objetivos estratégicos, como consecuencia de la transversalidad de la propia materia turística, que es interdependiente de la actuación de otras materias sectoriales. Puede decirse lo mismo del objetivo estratégico referido a la satisfacción del turista (OE3), ya que casi la totalidad de las actuaciones en turismo tienen como fin último alcanzar la satisfacción del turista, aunque en el cuadro donde se recoge la vinculación OS-OE se han señalado solo las relaciones más directas.

Una vez determinados los objetivos estratégicos del plan, el siguiente paso consiste en definir una serie de líneas estratégicas.

Por tanto, la consecución de los objetivos estratégicos, y, complementariamente, de los objetivos superiores, serán los que fundamenten el diseño de los programas de actuación en la fase propositiva, y los que marquen en definitiva el grado de éxito en la implementación del plan.

Una vez determinados los objetivos estratégicos del plan, el siguiente paso consiste en definir una serie de líneas estratégicas que constituyen la base de los programas y proyectos que se desarrollarán posteriormente.

En todos los niveles de planificación deben quedar reflejados los principales conceptos identificados en el proceso de análisis estadístico y de diagnóstico bajo un hilo planificador común. Se adjuntan para ello los cuadros de coherencia de objetivos, superiores y estratégicos, con los problemas, necesidades y retos derivados del diagnóstico.

Cuadro de vinculación de los Objetivos Superiores y los Objetivos Estratégicos

 

Cuadro de Vinculación de los objetivos con la matriz PNR (Problemas, Necesidades, Retos)

 

El proceso de planificación es una secuencia piramidal “de arriba a abajo”, de manera que se planifica en primer lugar desde la cúspide de la pirámide en sentido descendente, pasando a planificar los siguientes niveles de la pirámide. Sin embargo, a la hora de ejecutar el plan, el sentido operativo es “de abajo a arriba”, aplicando programas basados en las líneas estratégicas, las cuales permiten alcanzar los objetivos estratégicos y, por lo tanto, la finalidad del plan.

En definitiva, tras el análisis y diagnóstico previo, se comienza la fase propositiva siguiendo una secuencia lógica que va de lo más general (finalidad del plan) a lo más concreto posible (proyectos a implementar), pasando por el objeto, los objetivos estratégicos y las líneas estratégicas.